El movimiento rebelde duró hasta 1901, pero episodios esporádicos de violencia continuaban entrado los años 30. Este espíritu de independencia desafiante queda evidente en la identidad de los mayas que viven actualmente en los pueblos y ranchos de Quintana Roo, y en los edificios que sobrevivieron a la Guerra de Castas que se encuentran por toda la región—entre ellos este museo y la Iglesia del Niño Dios, parcialmente destruida en la guerra, que queda en la plaza de la localidad.

INTRODUCCIÓN

El Museo de la Guerra de Castas comparte la historia de 400 años de resistencia maya contra los ataques extranjeros a su cultura, terrenos y creencias. También conocida como la Guerra Social Maya, la Guerra de Castas continuó una larga historia de rebelión maya, esta vez contra los sistemas de opresión económica, política y social de la primera parte del siglo XIX.


Durante 2.500 años antes de la llegada de los españoles, los mayas tenían una cultura vibrante y creativa, enraizada en sus ciudades antiguas, la veneración de los dioses y antepasados, con una concepción del mundo que vinculaba las esferas naturales, espirituales y sociales.


Ya por 1521, España había afirmado su derecho a las tierras de Yucatán y a sus recursos naturales, utilizando a los mayas como mano de obra mientras que iban convirtiéndolos a la fe católica.

La resistencia contra los españoles empezó enseguida. Por el año 1546, las comunidades mayas de Yucatán se levantaron contra los extranjeros que construyeron nuevas poblaciones sobre los templos antiguos, trataron de extinguir las creencias tradicionales y de su idioma, también se apoderaron de los terrenos y pueblos para su propia ganancia económica. Durante los siguientes 300 años, los mayas, por medio de levantamientos periódicos, sostuvieron la esperanza de recuperar la libertad y revitalizar su cultura.


La Guerra de Castas estalló en 1847 cuando los oficiales del gobierno descubrieron que los mayas en la región que hoy es estado de Quintana Roo se estaban preparando con previsiones para una nueva rebelión. La ejecución de un líder indígena prendió fuego a la guerra que continuaría por el resto del siglo XIX mientras que los mayas de Quintana Roo luchaban para establecer y mantener su autonomía.


En 1850, la aparición de una “cruz parlante” en un pueblo no lejos de Tihosuco dió nueva inspiración y enfoque a la lucha. Comunicaciones divinas de la cruz dieron a los mayas el coraje que necesitaban para continuar sus esfuerzos de restaurar su cultura prehispánica y destruir el sistema de trabajo forzado en que vivían como esclavos.